Residente en Marruecos desde hace más de una década, decidió impulsar el movimiento migrante tras todas las vulneraciones de derechos que las personas subsaharianas sufrían en el país. Un hecho, el fallecimiento de un futbolista guineano en Rabat, concentra a centenas de personas frente a la Embajada de Conakry. “Hacía tiempo que los diplomáticos nos abandonaron en este país”, afirma. Es por ello que decide fundar la Asociación para el Desarrollo y la Sensibilización de Guineanos en Marruecos (ADESGUIM), así como integrar el Consejo de Migrantes del país. Como líder comunitario, va a iniciar una labor de defensa de derechos especialmente importante a partir de 2015, cuando los guineanos sean una de las principales nacionalidades que migran a Marruecos. El acceso a la sanidad, la educación y la mejora de la situación laboral y administrativa serán los principales ejes de su organización.
No obstante, el papel de Sampou se vuelve fundamental en otro ámbito: las fronteras. El aumento progresivo de muertes y desapariciones de personas migrantes, muchas de origen guineano, va a situar al defensor como una pieza clave entre autoridades, familiares y víctimas. Sampou recorre las morgues del país, “abarrotadas” de cadáveres subsaharianos sin identificar. La búsqueda de desaparecidos y la repatriación de cuerpos al país de origen son sus dos principales luchas.
Durante la pandemia del COVID-19, quedó ‘atrapado’ en Guinea justo cuando viajó para el traslado de los cadáveres de una mujer embarazada y de una niña de un año, ambas fallecidas en la Frontera Occidental Euroafricana. Al llegar al país, Sampou afirma que más de una decena de familias le contactó en los primeros días, denunciando la desaparición de sus seres queridos en su intento de cruzar a España.