Hoy, día 24 de julio, se cumple un mes de la masacre de Melilla-Nador. Desde el Colectivo Ca-minando Fronteras, en nuestro informe Monitoreo del Derecho a la Vida 2022, publicamos un análisis específico del antes y las consecuencias de lo sucedido el 24 de junio.
Murieron cuarenta personas y centenares quedaron heridas. Las causas de estas violaciones de derechos humanos: asfixiadas por los gases, aplastadas por las caídas, golpeadas por las botas de los militares, porras, porras eléctricas, tiroteadas con balas de fuego y la negación de auxilio por parte de España y Marruecos. Decenas de heridos, entre ellos adolescentes, fueron devueltos desde España.
Desde hacía meses, tras el acuerdo hispano-marroquí, las comunidades migrantes venían soportando violencias cada vez más agresivas. Los asentamientos en el bosque eran un espacio de guerra: incursiones militares, uso de gases lacrimógenos, destrucción de alimentos, medicinas, agua, ropa… Un ataque sistemático a su salud física y mental.
Los días anteriores, las autoridades marroquíes les habían amenazado con una violencia aún mayor, intensificándose los ataques y quedando decenas de ellas heridas. El día de la masacre lo único que les quedaba para resistir era su propio cuerpo y la suma de fuerzas individuales.
Tras la tragedia, se desató una crisis humanitaria. Centenares de personas heridas con cuadros de estrés post-traumático fueron devueltas al sur y deportadas a la frontera con Argelia.
Sesenta y cinco personas están sufriendo un proceso de criminalización, un grupo está siendo enjuiciado en el Tribunal de Apelación de Nador, enfrentándse hasta a 20 años de prisión. Todas se encuentran en prisión preventiva. Cientos de personas quedaron heridas, fueron desplazadas forzosamente despojadas de sus pertenencias: teléfonos, ropa, el poco dinero que tenían, incluso zapatos para impedirles andar.
«He ido a la frontera unas cuantas veces pero nunca habían hecho algo con tanta violencia, los tiempos anteriores habían sido muy duros. Era una catástrofe, era como si lo tenían todo preparado, nos hacían ir hacia delante y cuando llegamos adelante, entonces llegaron por detrás. Estábamos rodeados «.
La situación de crisis humanitaria ha sido documentada gracias a la implicación de las comunidades migrantes y al desplazamiento de un equipo de defensores de derechos en cuatro misiones humanitarias realizadas en Beni Enzar, Oujda, Nador y Casablanca, acompañando a un total de 862 personas en el momento de la publicación de este informe. Del total de personas acompañadas, un treinta por ciento son menores de entre quince y diecisiete años y un cinco por ciento, niños de entre once y catorce años.
«Los militares nos han matado, lo he visto con mis propios ojos. Estoy vivo, Dios ha querido que viva, pero he perdido a cinco de mis amigos. Los vi morir con mis propios ojos».
Descansen en paz. VERDAD, JUSTICIA, REPARACIÓN para las víctimas.
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